La ausencia del rigor científico necesario en las actuaciones propias de cualquier profesión acarrea graves implicaciones, no ya sólo sociales (en cuanto a reconocimiento, valoración o remuneración), sino también legales (denuncias por mala praxis) y profesionales (letargo y “extinción” de la profesión). Por esta razón, los profesionales de todas las disciplinas se agrupan y organizan en asociaciones científicas y estructuras corporativas que favorezcan y aseguren el ejercicio científico de su profesión.